jueves, 19 de septiembre de 2019

SALETTE : LA QUE LLORA





Ya hace un buen tiempo pensaba dedicarle una merecida publicación sobre la Aparición de Nuestra Señora en la Salette- Francia ocurrida allá por el año 1846 del siglo XIX, y con devoto ánimo hago este trabajito con bastante amor y cariño para todos mis seguidores y amigos que los tengo afiliados a mi página intransigente contra el mal y modernidad posconciliar.

La Salette, junto con Lourdes y Fátima, constituye uno de los puntos cruciales que define la misteriosa relación entre la Madre de Dios y el mundo moderno.

Resultado de imagen para Leon BloyEl famoso escritor francés León Bloy llama en su libro a Nuestra Señora la que llora, las lágrimas vertidas por María Santísima en la Salette, y su tremendo mensaje cuya confirmación impresionante se advierte cada día con mayor claridad, deben ser interpretados como signos maravillosos de la caridad celestial hacia el género humano. Cumple, entonces, guiarse por estos signos, para no perderse en la oscuridad abismante de este ciclo histórico que se dirige de una manera que parece irreversible hacia un desenlace de efectos imprevisibles para la razón humana.

Bloy decía que "Principalmente quiero, en cuanto sea posible, mostrar el milagro ulterior, y que tal vez tiene aún más significación que el de la Aparición, el milagro ciertamente más increíble de la indiferencia universal y de la hostilidad casi general". Y si viviera el ariete escritor volvería a repetir su indignación en pleno siglo XXI. Si la corrupción del Clero ya era sensible en su tiempo, ¿- que sería, si lo palpara en la sodomita actualidad-? gritaría, y yo junto con él, el segundo secreto revelado a Melania:


Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por amor del dinero, por amor del honor y de los placeres, los sacerdotes se han transformado en cloacas de impureza. Sí, los sacerdotes reclaman venganza, y la venganza está suspendida sobre sus cabezas. ¡Desdicha de los sacerdotes y las personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y su mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo, y llaman la venganza, y he aquí que la venganza está a sus puertas, pues no hay más nadie para implorar misericordia y perdón para el pueblo; no hay más almas generosas, no hay más personas dignas de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo.

SACERDOCIO PROFICUO. VANIDAD
DE LAS OBRAS EN PLENA DESOBEDIENCIA.
CASTIGOS. TINIEBLAS.
El secreto de la hostilidad sacerdotal contra el Secreto de Melania radica en que, de aceptarse éste, sería menester renunciar al sacerdocio provechoso, dar el adiós a lo eventual, a las tarifas, a las clases, al execrable tintineo del dinero en las iglesias.  Aún suponiendo un clero de admirable pureza de costumbres, ¿dónde hallar el sacerdote que osara declarar un grado cualquiera de horror por ese tráfico de “vendedores de palomas” y de “cambistas”, en la Casa del Padre, transformada así en una “cueva de ladrones”?.  Porque tal es la precisión del Texto Evangélico.  ¿Dónde está el cura de parroquia que se atreviera a dar el primer lugar a los Amigos de Dios, a los descamisados que tan caros le son, relegando a los ricos, con sus lujosos reclinatorios, en el fondo de la Iglesia, lo más lejos posible del altar?  Sancta  sanctis, non canibus.  Inmediatamente ese audaz sería denunciado por todos sus cofrades y severamente censurado por la autoridad diocesana(1).

¡Bien se trata de amar la pobreza y la humillación! La letra del Evangelio no personaliza.  Podía convenir a los primeros Apóstoles como a algunos monjes polvorientos del onceno siglo; nada significa ella para sulpicianos a los que han vivificado el espíritu y que están obligados a andar por el mundo.  Pues siempre es fácil transformar en consejo de perfección el precepto en verdad excesivo de despreciar, abandonar, venderlo todo, para convertirse en discípulos y compañeros de Jesucristo.

La Santa Virgen, habiendo hablado severamente del clero primero en el Discurso, en forma muy velada, y luego en el Secreto, explícitamente(2), ha dado lugar, naturalmente, a que la “cloaca” protestara –como lo hacen las cloacas- exhalando la asfixia.  El mundo cristiano ya no respira.  En 1846 todo estaba perdido.  Un remedio, único y sobrenatural, fue traído desde lo alto por la Madre de Dios, que lloraba. ¿El Padre de familia, plantador dela Viña y constructor de la Torre”, podía creer que esto sería útil? ¿la Sabiduría Eterna podía decirse : “Verebuntur matrem meam?  El humo de la cloaca ahogó esa Revolución, y tanto, que los buenos sacerdotes engañados ellos mismos durante dos generaciones de sacerdotes, confiesan su ignorancia del remedio.  En consecuencia, ¿cómo expresar ampliamente la vanidad de las obras realizadas en plena desobediencia?

Un excelente eclesiástico escribía :  “Se irá a la Salette, a Lourdes, a Paray-Le-Monial, a Roma, a Jerusalén, etc., entonando : ¡Salvad a Roma y a Francia!  No se hace otra cosa desde una treintena de años.  Se imaginará peregrinaciones de hombres y hasta de sacerdotes.  Organizaránse congresos de la Santa Virgen, congresos eucarísticos, ligas del Ave María, novenas, etc.  Y el cielo permanecerá inmutable.  Todo será de una completa insignificancia para apaciguar a Dios irritado, porque en suma, uno vive a su antojo, y porque, para no oír los reproches de su Madre, se pisotea su Mensaje.”

Dejemos hablar a Melania: “…Me parece que desde hace tiempo doy un toque de alarma para advertir a los humanos que nos acercamos a tristes y lúgubres acontecimientos del reinado del Anticristo ¿La fe no se ha extinguido? – No, nos dirá alguno-. Si la fe no se ha extinguido, que nos muestre sus obras, pues con ellas marcha paralelamente.

Se responderá que se realizan peregrinaciones, que se hace un gran número de buenas obras.  Sea, el pueblo francés está naturalmente inclinado a las cosas exteriores; pero si esas peregrinaciones han sido hechas en expiación, para aplacar la justa cólera de Dios, para pedirle perdón, etc. ¿acaso se ha vestido arpillera y cubierto de cenizas, por una sincera penitencia? ¡No! ¿Al menos se ha dejado de lado esas modas diabólicas e indecentes, etc.?  ¡Nada de eso!  Luego de haber visitado los Santos Lugares, los Santuarios, se frecuenta, como antes, los teatros… Podría tomarse cuenta de los elegidos, de las almas fundamentalmente cristianas; los otros no pueden contarse.  La apostasía es punto menos que general.  Poco le costará al Anticristo establecer su reinado en Europa; aquellos que, en esta hora, gobiernan a Francia, la preparan  para aquel, sin hallar obstáculos.  ¡Pobre Francia!...Entretanto, ella ríe, se divierte, porque no cree en una existencia mejor, porque no tiene fe, sino simplemente la vanidad de la fe, fingiendo la religión, haciéndose  designar DIRECTORA O CELADORA O PRESIDENTA de tal o cual confraternidad”.   Esta carta es del 28 de noviembre de 1887.

Un año antes, cuando muchos periodistas se agitaban, ella ya había escrito : “…Es inútil mortificarnos tratando de adivinar cuál será el príncipe que ocupará el trono de Francia : Si no se conociera el Secreto, ello sería perdonable : Durante un tiempo, Dios no se acordará más de Francia ni de Italia.  Nos hemos rebelado contra Dios y contra su suave ley : seremos gobernados por una barra de hierro, y nos serán impuestas duras y odiosas leyes.  Los que nos gobiernan no son sino instrumentos en manos del Altísimo.  A medida que los malvados avanzan en el terreno católico, tenemos la cobardía de retroceder…Nos plegamos a todas las exigencias de los enemigos de Dios y de las almas.  Se protesta, me diréis.  ¡Sea, se protesta! Eso cuesta poco. Los primeros cristianos protestaron con su sangre, con su vida.  Somos, pues, sólo sombras de cristianos; y los castigos de los hombres nos atemorizan más que las penas del Infierno.  ¿Creéis que el buen Dios dará un rey a Francia antes de haberla castigado justa y severamente?  Luego, perteneceremos al número de los vivos.   Todas las intrigas de ciertos pretendientes al trono de Francia, no son más que pasatiempos infantiles(3).”

“Hay un hecho que me causa la más penosa impresión.  Es la costumbre demoníaca de procurar socorros a las víctimas de un terremoto o de cualquiera otra calamidad, realizando bailes, funciones de teatro.  Yo no puedo admitir que se tenga la audacia de recurrir a un mal para realizar un bien(4) ¡Oh!, la ceguera del hombre sin Dios! ¡Y los que así proceden son cristianos!  Yo no sabría ponerlo en duda, nos hallamos próximos a la gran guerra, esto es, al advenimiento del hombre de perdición, del Anticristo.  Bien sé que nadie consiente en reconocer una verdad que aterra, aunque no deje de ser una verdad.  Nuestra generación va hacia el Anticristo, CON EL CUAL DEBE ENCONTRARSE;  y se niegan a creer los indiferentes, y se mofan los impíos.  Así es ¡Desgracia, desgracia, desgracia!”

“...Estoy helada de horror viendo la rabia del infierno y de los hombres, incluidas las mujeres infernales (sic); será una orgía de fuego y de sangre.  ¡Cuántas matanzas! ¡¡cuántas horribles torturas! ¡Oh! ¡las mujeres son terribles! ¡Pobres los sacerdotes que caigan entre sus manos!...”

        
La Iglesia pasará por una horrorosa crisis… Expulsión de los curas de su presbiterio, obispos arrojados de su palacio –prosigue la vidente-; cierre y confiscación de iglesias; matanzas del clero peores que las del Terror.  Muchos serán sacrificados por venganza personal; los que hayan cedido no lograrán salvarse; el proyecto de los masones es hacer pecar a los consagrados antes de matarlos.  Yo vi que esas muertes violentas, eran, en su mayor parte, cosa muy distinta del martirio; que ésta era, en todo su horror, la realización de la palabra “Desgracia”, de la Escritura… No apreciáis el Mensaje de la Misericordia, rechazáis la mano tendida; nada hay que hacer: Dios abandonará los hombres a ellos mismos…  éste será el tiempo de tinieblas(5)

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(1)  Los reclinatorios acolchados,  Prevaricación denunciada por Santiago, II, 2, 3, 4.
(2)  Los jefes, los conductores del pueblo de Dios, han desdeñado  la plegaria y la penitencia… 5° parágrafo del Secreto.
LOS QUE CONDUCEN LAS CARRETAS, se ha dicho en el Discurso.  Esa relación sorprenderá a las personas habituadas al misterio de las concordancias.  “Los que conducen las carretas,” ¿no son evidentemente los sacerdotes que NO SABEN HABLAR SIN PONER EN MEDIO EL NOMBRE DE MI HIJO? Pater mi, pater mi, currus Isreael auriga ejus. IV Reg. II, 12, XIII, 14.
(3)  Inútil es hacer observar la actualidad de esta página escrita hace más de veinte años.
(4)  León Bloy : Mi Diario.  “Carta sobre el incendio del Bazar de Caridad.”
(5)  Una tradición pretende que Francia, al cabo de largas iniquidades, despertará una mañana, en una época similar a la nuestra, sin ver aparecer el sol.   Por espacio de muchos días quedará en las tinieblas, en medio de las cuales espectros surgidos delos infiernos vendrán a atormentar a los vivos.  Existe una predicción análoga de la Venerable Ana María Taigi, muerta en 1837.

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