Ya
hace un buen tiempo pensaba dedicarle una merecida publicación sobre la Aparición de Nuestra
Señora en la Salette- Francia ocurrida allá por el año 1846 del
siglo XIX, y con devoto ánimo hago este
trabajito con bastante amor y cariño para todos
mis seguidores y amigos que los tengo afiliados a mi página intransigente contra el mal y modernidad posconciliar.
La
Salette, junto con Lourdes y Fátima, constituye uno
de los puntos cruciales que define la misteriosa relación entre la Madre de Dios y el mundo moderno.
El
famoso escritor francés León Bloy llama en su libro a Nuestra Señora “la que llora”,
las lágrimas vertidas por María Santísima en la
Salette, y su tremendo mensaje cuya confirmación
impresionante se advierte cada día con mayor
claridad, deben ser interpretados como signos maravillosos de la caridad celestial
hacia el género humano. Cumple,
entonces, guiarse por estos signos, para no perderse en la oscuridad abismante de
este ciclo histórico que se dirige de
una manera que parece irreversible hacia un desenlace de efectos imprevisibles
para la razón humana.
Bloy
decía que "Principalmente
quiero, en cuanto sea posible, mostrar el milagro ulterior, y que tal vez tiene
aún más significación que el de la Aparición, el milagro ciertamente más increíble de la
indiferencia universal y de la hostilidad casi general". Y si viviera el ariete escritor volvería a repetir su indignación en pleno siglo XXI. Si la corrupción del Clero ya era sensible en su tiempo, ¿- que sería, si lo palpara
en la sodomita actualidad-? gritaría, y yo junto
con él, el segundo secreto revelado a Melania:
“Los
sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus
irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por amor del
dinero, por amor del honor y de los placeres, los sacerdotes se han transformado
en cloacas de impureza. Sí, los
sacerdotes reclaman venganza, y la venganza está suspendida
sobre sus cabezas. ¡Desdicha de
los sacerdotes y las personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y su
mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo! Los pecados de las personas
consagradas a Dios claman al cielo, y llaman la venganza, y he aquí que la venganza está a sus puertas, pues no hay más nadie para implorar misericordia y perdón para el pueblo; no hay más almas generosas, no hay más personas dignas de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo.”
SACERDOCIO
PROFICUO. VANIDAD
DE LAS
OBRAS EN PLENA DESOBEDIENCIA.
CASTIGOS.
TINIEBLAS.
El secreto de la hostilidad
sacerdotal contra el Secreto de Melania radica en que, de aceptarse éste, sería
menester renunciar al sacerdocio
provechoso, dar el adiós a lo eventual, a las tarifas, a las clases, al execrable tintineo del dinero
en las iglesias. Aún suponiendo un clero
de admirable pureza de costumbres, ¿dónde hallar el sacerdote que osara
declarar un grado cualquiera de horror por ese tráfico de “vendedores de
palomas” y de “cambistas”, en la Casa del Padre, transformada así en una “cueva
de ladrones”?. Porque tal es la
precisión del Texto Evangélico. ¿Dónde
está el cura de parroquia que se atreviera a dar el primer lugar a los Amigos
de Dios, a los descamisados que tan caros le son, relegando a los ricos, con
sus lujosos reclinatorios, en el fondo de la Iglesia, lo más lejos posible del
altar? Sancta sanctis, non canibus. Inmediatamente ese audaz sería denunciado por
todos sus cofrades y severamente censurado por la autoridad diocesana(1).
¡Bien se trata de amar la pobreza y
la humillación! La letra del Evangelio no personaliza. Podía convenir a los primeros Apóstoles como
a algunos monjes polvorientos del onceno siglo; nada significa ella para
sulpicianos a los que han vivificado el espíritu
y que están obligados a andar por el mundo.
Pues siempre es fácil transformar en consejo
de perfección el precepto en verdad
excesivo de despreciar, abandonar, venderlo todo, para convertirse en
discípulos y compañeros de Jesucristo.
La Santa Virgen, habiendo hablado
severamente del clero primero en el Discurso, en forma muy velada, y luego en
el Secreto, explícitamente(2), ha dado
lugar, naturalmente, a que la “cloaca” protestara –como lo hacen las cloacas-
exhalando la asfixia. El mundo cristiano
ya no respira. En 1846 todo estaba
perdido. Un remedio, único y
sobrenatural, fue traído desde lo alto por la Madre de Dios, que lloraba. ¿El
Padre de familia, plantador dela Viña y constructor de la Torre”, podía creer
que esto sería útil? ¿la Sabiduría Eterna podía decirse : “Verebuntur matrem meam? El
humo de la cloaca ahogó esa Revolución, y tanto, que los buenos sacerdotes
engañados ellos mismos durante dos generaciones de sacerdotes, confiesan su
ignorancia del remedio. En consecuencia,
¿cómo expresar ampliamente la vanidad de las obras realizadas en plena
desobediencia?
Un excelente eclesiástico escribía
: “Se irá a la Salette, a Lourdes, a
Paray-Le-Monial, a Roma, a Jerusalén, etc., entonando : ¡Salvad a Roma y a Francia! No se hace otra cosa desde una treintena de
años. Se imaginará peregrinaciones de
hombres y hasta de
sacerdotes. Organizaránse congresos de la Santa Virgen,
congresos eucarísticos, ligas del Ave
María, novenas, etc. Y el cielo
permanecerá inmutable. Todo será de una
completa insignificancia para apaciguar a Dios irritado, porque en suma, uno
vive a su antojo, y porque, para no oír los reproches de su Madre, se pisotea
su Mensaje.”
Dejemos hablar a Melania: “…Me
parece que desde hace tiempo doy un toque de alarma para advertir a los humanos
que nos acercamos a tristes y lúgubres
acontecimientos del reinado del Anticristo ¿La fe no se ha extinguido? –
No, nos dirá alguno-. Si la fe no se ha extinguido, que nos muestre sus obras,
pues con ellas marcha paralelamente.
Se responderá que se realizan
peregrinaciones, que se hace un gran número de buenas obras. Sea, el pueblo francés está naturalmente
inclinado a las cosas exteriores;
pero si esas peregrinaciones han sido hechas en expiación, para aplacar la
justa cólera de Dios, para pedirle perdón, etc. ¿acaso se ha vestido arpillera
y cubierto de cenizas, por una sincera penitencia? ¡No! ¿Al menos se ha dejado
de lado esas modas diabólicas e indecentes, etc.? ¡Nada de eso!
Luego de haber visitado los Santos Lugares, los Santuarios, se
frecuenta, como antes, los teatros… Podría tomarse cuenta de los elegidos, de
las almas fundamentalmente cristianas; los otros no pueden contarse. La
apostasía es punto menos que general.
Poco le costará al Anticristo establecer su reinado en Europa; aquellos
que, en esta hora, gobiernan a Francia, la preparan para aquel, sin hallar obstáculos. ¡Pobre Francia!...Entretanto, ella ríe, se
divierte, porque no cree en una existencia mejor, porque no tiene fe, sino
simplemente la vanidad de la fe,
fingiendo la religión, haciéndose
designar
DIRECTORA O CELADORA O PRESIDENTA de tal o cual
confraternidad”. Esta carta es del 28 de noviembre de 1887.
Un año antes, cuando muchos
periodistas se agitaban, ella ya había escrito : “…Es inútil mortificarnos
tratando de adivinar cuál será el
príncipe que ocupará el trono de Francia : Si no se conociera el Secreto,
ello sería perdonable : Durante un
tiempo, Dios no se acordará más de Francia ni de Italia. Nos hemos rebelado contra Dios y contra su
suave ley : seremos gobernados por una barra de hierro, y nos serán impuestas
duras y odiosas leyes. Los que nos
gobiernan no son sino instrumentos en manos del Altísimo. A medida que los malvados avanzan en el
terreno católico, tenemos la cobardía de retroceder…Nos plegamos a todas las
exigencias de los enemigos de Dios y de las almas. Se protesta, me diréis. ¡Sea, se protesta! Eso cuesta poco. Los
primeros cristianos protestaron con su sangre, con su vida. Somos, pues, sólo sombras de cristianos; y los castigos de los hombres nos atemorizan
más que las penas del Infierno. ¿Creéis
que el buen Dios dará un rey a Francia antes de haberla castigado justa y
severamente? Luego, perteneceremos al
número de los vivos. Todas las intrigas de ciertos pretendientes
al trono de Francia, no son más que pasatiempos infantiles(3).”
“Hay un hecho que me causa la más
penosa impresión. Es la costumbre demoníaca de procurar socorros a las
víctimas de un terremoto o de cualquiera otra calamidad, realizando bailes,
funciones de teatro. Yo no puedo admitir que se tenga la audacia
de recurrir a un mal para realizar un bien(4). ¡Oh!, la ceguera del hombre sin Dios! ¡Y los
que así proceden son cristianos! Yo no
sabría ponerlo en duda, nos hallamos próximos a la gran guerra, esto es, al advenimiento del hombre de perdición, del
Anticristo. Bien sé que nadie
consiente en reconocer una verdad que aterra, aunque no deje de ser una
verdad. Nuestra generación va hacia el Anticristo, CON EL CUAL DEBE
ENCONTRARSE; y se niegan a creer los
indiferentes, y se mofan los impíos. Así
es ¡Desgracia, desgracia, desgracia!”
“...Estoy helada de horror viendo
la rabia del infierno y de los hombres, incluidas las mujeres infernales (sic);
será una orgía de fuego y de sangre.
¡Cuántas matanzas! ¡¡cuántas
horribles
torturas! ¡Oh! ¡las mujeres son terribles! ¡Pobres los sacerdotes que caigan
entre sus manos!...”
“La Iglesia pasará por una horrorosa crisis… Expulsión
de los curas de su presbiterio, obispos arrojados de su palacio –prosigue la
vidente-; cierre y confiscación de iglesias; matanzas del clero peores que las
del Terror. Muchos serán sacrificados
por venganza personal; los que hayan cedido no lograrán salvarse; el proyecto
de los masones es hacer pecar a los consagrados antes de matarlos. Yo vi que esas muertes violentas, eran, en su
mayor parte, cosa muy distinta del
martirio; que ésta era, en todo su horror, la realización de la palabra
“Desgracia”, de la Escritura… No apreciáis el Mensaje de la Misericordia,
rechazáis la mano tendida; nada hay que hacer: Dios abandonará los hombres a ellos mismos… éste será el tiempo de tinieblas(5)
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(2) Los jefes, los conductores del pueblo de
Dios, han desdeñado la plegaria y la
penitencia… 5° parágrafo del Secreto.
LOS QUE CONDUCEN LAS CARRETAS, se ha dicho en el
Discurso. Esa relación sorprenderá a las
personas habituadas al misterio de las concordancias. “Los que conducen las carretas,” ¿no son
evidentemente los sacerdotes que NO SABEN HABLAR SIN PONER EN MEDIO EL NOMBRE
DE MI HIJO? Pater mi, pater mi, currus Isreael auriga ejus. IV Reg. II, 12,
XIII, 14.
(5) Una tradición pretende que Francia, al cabo
de largas iniquidades, despertará una mañana, en una época similar a la
nuestra, sin ver aparecer el sol. Por
espacio de muchos días quedará en las tinieblas, en medio de las cuales
espectros surgidos delos infiernos vendrán a atormentar a los vivos. Existe una predicción análoga de la Venerable
Ana María Taigi, muerta en 1837.